¿Quieres comprarte un coche nuevo pero no estás seguro del modelo?, ¿necesitas una máquina para tu empresa pero no quieres que esta se quede obsoleta? o ¿quieres adquirir unas oficinas donde poder desarrollar tu actividad? Si estás en alguna de estas situaciones, entonces el leasing es para ti. Mientras que el leasing de vehículos o maquinaria es muy común entre los empresarios, el leasing inmobiliario es el gran desconocido. Está destinado principalmente a que las empresas y autónomos reduzcan su esfuerzo económico si desean comprar un local, una oficina o una nave industrial para su actividad.
El leasing inmobiliario se basa en un contrato de arrendamiento financiero. El arrendador, que en este caso sería la entidad bancaria, cede el uso del bien al arrendatario, el empresario, a cambio del pago de unas cuotas mensuales, previamente pactadas más unos intereses. La entidad financiera compra un bien y después lo arrienda a la empresa interesada durante un determinado periodo de tiempo. Tras esta etapa, la empresa titular del leasing podrá ejercer su derecho a la compra definitiva o por el contrario, el contrato quedará extinguido.